3I/ATLAS: el tercer cometa interestelar en la historia

El 1 de julio de 2025, astrónomos en una estación ATLAS en Chile detectaron un nuevo visitante espacial: 3I/ATLAS, el tercer cometa interestelar identificado atravesando nuestro sistema solar.
Aunque surgieron teorías que apuntaban a que se trataba de una nave alienígena, su trayectoria hiperbólica y velocidad extrema lo distinguen de los cometas locales, ofreciendo una oportunidad única para estudiar materiales de otro sistema estelar.
'Se une a los dos cometas interestelares que han visitado nuestro sistema solar: Oumuamua, que ingresó en 2017, y Borisov, que hizo lo propio en 2019', explicó el Dr. René Ortega Minakata, del Instituto de Radioastronomía y Astrofísica (IRyA) de la UNAM.
Lo que distingue a ATLAS de los cometas convencionales o provenientes de la nube de Oort es su trayectoria hiperbólica, una forma orbital que indica que el objeto no está ligado gravitacionalmente al Sol. En otras palabras, no pertenece al conjunto de cuerpos celestes que giran alrededor de nuestra estrella.
'Esta órbita, combinada con su notable velocidad relativa al Sol de aproximadamente 61 kilómetros por segundo, proporciona evidencias sólidas de su origen interestelar'.
&mdash Dr. René Ortega Minakata, Instituto de Radioastronomía y Astrofísica, UNAM
Mientras que la mayoría de los cometas conocidos siguen trayectorias elípticas y retornan periódicamente al sistema solar, ATLAS simplemente lo atraviesa: entró desde el espacio profundo y, tras un fugaz encuentro con el entorno solar, continuará su camino hacia el vacío interestelar. Esta conducta lo sitúa en una categoría especial de objetos que nos ofrecen una ventana única para estudiar materiales procedentes de otras estrellas.
¿De dónde viene? Un viajero milenario del disco grueso galáctico
A partir del análisis de su trayectoria, los astrónomos han estimado que ATLAS podría tener una edad superior a los 7,000 millones de años, según estimaciones basadas en su movimiento y dirección. Esto lo convertiría en un objeto más antiguo que el propio sistema solar, que se formó hace unos 4,600 millones de años.
'Se sospecha que su origen podría situarse en el disco grueso de la Vía Láctea, una región galáctica poblada por estrellas viejas y sistemas planetarios que han sufrido perturbaciones durante miles de millones de años', añadió Ortega Minakata. No obstante, esta idea sigue siendo una hipótesis plausible pero sin evidencia directa.
Aunque la edad es solo una inferencia, el cometa ATLAS ofrece una oportunidad importante para la comunidad astronómica, ya que estudiarlo es como analizar una cápsula del tiempo que viaja por el espacio.
Un laboratorio natural para entender la formación de sistemas planetarios
La importancia científica de este descubrimiento no puede subestimarse. A diferencia de los objetos formados dentro del sistema solar, ATLAS proviene de un entorno completamente distinto, lo que permitirá a los científicos comparar su composición química con la de los cometas locales, tanto de período corto (procedentes del cinturón de Kuiper) como de período largo (originados en la nube de Oort).
Actualmente, 'no se ha distinguido una diferencia importante en la composición de ATLAS y los cometas 'locales''.
Por otro lado, este tipo de objetos interestelares arrojan luz sobre cuestiones fundamentales, ya que, al provenir de sistemas planetarios distintos al nuestro, la información que se obtiene de ellos podría confirmar, refinar o, por el contrario, desafiar las teorías actuales sobre la formación y evolución de los sistemas planetarios.
Un objeto esquivo
Por ahora, ATLAS no es visible a simple vista, ni siquiera con telescopios aficionados convencionales. Sin embargo, se espera que a finales de octubre alcance su punto más cercano al Sol, lo que podría incrementar su brillo. Aun así, seguirá siendo un objeto tenue, visible únicamente con telescopios profesionales. Se prevé que reaparezca en el otro lado del Sol a principios de diciembre si las condiciones lo permiten, se intentará observar nuevamente, ya que su magnitud final aún puede variar.
Se planea observar con telescopios como el espacial James Webb, aprovechando su sensibilidad infrarroja para analizar la composición molecular, identificar gases, polvo y compuestos orgánicos, y revelar más detalles sobre su origen.
Más allá del sensacionalismo: naturaleza cometaria confirmada
Como ya ocurrió con Oumuamua, el descubrimiento de ATLAS no ha estado exento de especulación. Se ha dicho que podría tratarse de una nave alienígena o un artefacto artificial. Sin embargo, la comunidad científica ha descartado firmemente tales afirmaciones, basándose en el análisis objetivo de los datos disponibles.
Las observaciones indican que ATLAS exhibe un comportamiento típicamente cometario, con signos de sublimación de materiales volátiles al acercarse al Sol.
Por otro lado, este cometa no representa un peligro para la Tierra, ya que su máxima aproximación será a más de 1.6 UA (unos 240 millones de kilómetros).
 
Fuente: https://unamglobal.unam.mx/